Curso De AcompañAnte Terapeutico Moyano



cursos de acompañante terapeutico en mar del plata







Bajo la órbita del Consultorio de Asistencia Privada en Síndrome Autista (Capsa) de Mar del Plata, se dictará en Tandil el Curso de acompañante terapéutico en TGD y Autismo. Acompañamiento Terapéutico y pacientes psicóticos; Susana Kuras de Mauer y Silvia Resnizky. La nueva Ley de Salud Mental fomenta esta figura al platear la desmanicomialización, y en este marco lo que se plantea es la inclusión social del paciente, el tratamiento ambulatorio y crear instancias como el Hospital de Día las Casas de Medio Camino.


El pupilo debe disponer de una computador multimedia en perfecto estado de funcionamiento, con Sistema Operativo Windows noventa y ocho, XP superior, Internet Explorer sesenta superior, memoria RAM doscientos cincuenta y seis MB, una conexión a Internet con un ancho de banda mínimo de 256Kb, además de esto va a deber Instalar el Plugin” de descarga gratis, precisos para poder tomar el curso que será pedido al principio del mismo por la plataforma.


El Acompañante Terapéutico es un recurso clínico que opera como promotor de la Salud de las personas, articulando, complementando y también interviniendo en la contención del paciente y su familia. - El Acompañante Terapéutico va a poder desempeñarse como co-participante con disciplinas como la siquiatría, sicología, etc.


La Fundación EFFATA (de ayuda a la persona sueca y también hipoacúsica) informa que se halla abierta la inscripción al Curso de Acompañante Terapéutico en Salud Mental y Discapacidad, Experto en Lengua De Señas”. El trabajo del Acompañamiento Terapéutico, según las áreas, es reconocido por los sistemas de salud, los que requieren la certificación de este saber para ser reconocida dicha prestación.


No sólo es necesario tener vocación de servicio y sentido común: las peculiaridades del trabajo del AT hacen que éste precise una capacitación integral que incluya conocimientos concretos del rol del AT y de los profesionales con quienes trabajará; conocimientos sobre Psicología (diferentes corrientes existentes, procesos Curso de acompañante terapeutico de desarrollo esperable y no esperable, estructuras psíquicas, discapacidad, etcétera y Psicopatología (DSM IV y V, neurosis, psicosis, autismo, entre otros).


El acompañamiento terapéutico piensa la facilitación de la incorporación popular de la gente que sufren un malestar psicológico, físico o relacional. Se transforma, entonces, en un servicio de acompañamiento sanitario y popular.Los nuevos niveles socioeconómicos y políticos en la Argentina, sumados a los cambios epidemiológicos de el último período, provocaron transformaciones en las condiciones de vida y en la cotidianeidad de la red social y uno de esos cambios en especial son los métodos de enfermar de la gente, sin que aún se hayan revertido como corresponde las tácticas de respuesta en el sistema sanitario para mitigarlos.No es que por el momento no hagan falta hospitales, ni medicamentos ni doctores, pero la de hoy prevalencia de males que están más vinculados con el accionar, tanto individual como popular, nos expone una urgente revisión de conceptos y operatorias que rigen las prácticas en los servicios de salud.Las anomalías de la salud crónico-degenerativas, como además los accidentes traumáticos y de violencia de distinta índole, sumados a la más grande supervivencia de pacientes con enormes déficits psicofísicos, han incrementado los índices de discapacidad, dejando a cientos de personas limitadas para enfrentar sus ocupaciones corrientes, tanto las similares con la vida productiva como la popular.La discapacidad, según la ordenación en todo el mundo del desempeño, de la Discapacidad y de la Salud (OMS) es un término genérico que comprende deficiencias, restricciones de la actividad y limitaciones a la participación.La persona con restricciones físicas, sensoriales o mentales sufre la discapacidad no por los males en sí mismos, sino como producto de sus derivaciones, oséa, por la exclusión de oportunidades educativas, laborales y de los servicios públicos que estas últimas desarrollan y son esas condiciones de aislamiento las que el sistema todavía no logra cambiar.En la Argentina, según el último Censo 2010, el 12.9% de la gente tiene alguna discapacidad, lo que supone más de 5 millones de personas, de las cuales el 11.7% son menores de 15 años y el 48.5% está entre 15 y 64 años, oséa, compromete a la población más joven.Visto desde una visión económica, el aumento de la discapacidad y de la expectativa de vida y la disminución de la tasa bruta de mortalidad causan un aumento en el índice de dependencia (proporción de población no económicamente activa con respecto a la gente económicamente activa), lo que significa un aumento de la cantidad de personas pasivas cuyos beneficios sociales deben ser provistos por la población activa. por lo tanto, esto justifica ampliamente las pretenciones de reformulación de los servicios y las modalidades de atención con prácticas, diferenciadas, menos complejas, menos costosas y más oportunas.Por otro lado, la situación se complica aún más si sumamos las cuestiones de salud-enfermedad asociadas con una cultura de hiperconsumo que originan, ajeno de las sustancias involucradas, situaciones de compromiso sobreagregadas.En ese marco, el sistema sanitario en la Argentina, que sigue siendo fragmentado y orientado a la utilización desmedida de la alta dificultad y tecnología (entendida como aparatología) enfocada, obliga a un replanteo sobre la formación, el desarrollo y la potencialidad de los equipos de salud.Tanto el financiamiento como el aspecto formativo han conspirado con la esencia misma del arte de sanar, que es proteger (origen etimológico de la palabra medicina, cuyo significado es: curar, calmar, cuidar), figura que debe ser recuperada en todas las instancias y los principios de las nuevas modalidades de actuación.Lo “mental” y lo “no mental” del acompañamientoEl acompañamiento terapéutico constituye, para algunos, un dispositivo y para otros, una función y tiene su origen hace décadas en el campo de la salud mental, a partir de la publicación, en 1947, de un libro de la Dra. M. A. Sechehaye –una terapeuta suiza– que da cuenta de una de las primeras experiencias en esta clase de abordaje.Podríamos garantizar que, aun hoy, el acompañante terapéutico (AT) sigue íntimamente relacionado con dos cuestiones principales: por un lado, con el concepto psi del acompañamiento, y además, como la costumbre situada en relación con la medicina privada.Posicionados en una perspectiva integral e integradora de la salud y a pesar, como dice Mías(2008), de los acuerdos existentes respecto de la indivisibilidad de la salud del individuo, en la costumbre aún resulta difícil la aplicabilidad de estos conceptos, más allá de que el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales IV (DSM-IV) dije como anacrónica la distinción entre trastornos mentales y físicos, (American Psychiatric Association, 1995). Para revertir dichas situaciones, el AT necesita de un mayor afianzamiento como integrante del equipo de salud, posicionarse como mediador que suma la cotidianeidad del paciente y acerca las distancias que habitualmente hay entre la persona que padece y la institución responsable de la atención.Pero eso requiere una nueva visión de lo que supone institución, aceptando que el hacer además construye institucionalidad, reconociendo que los equipos de trabajo articulados, y no sólo el hospital o los centros de salud, son instituciones. reflexionar la institucionalidad nos obligaría a la cita de numerosos pensadores y académicos, pero tomamos el planteamiento de Castoriadis (1998) que afirma: “entiendo por institución normas, valores, lenguaje, utilidades, métodos y procedimientos de llevar a cabo frente a las cosas y de hacer las cosas…” y sigue: “aquello que mantiene unida a la sociedad es una institución.”De esa manera, el AT se irá instituyendo en el sistema de salud a partir del propio ejercicio, pero sabiendo que se es acompañante sólo acompañando.En instantes en los que las instituciones no sólo sanitarias sino educativas, jurídicas y sociales, por ejemplo, han naturalizado funcionamientos expulsivos, el AT puede hacer más simple una comunicación más directa con la persona padeciente, la familia y el equipo tratante, además de facilitar la territorialización de la atención. Territorializar no remite sólo a territorio área geográfica donde hay que intervenir, sino además, y primordialmente, a territorio sector relacional. oséa, como plantea Chiara (2011): “supone distintos modos de apropiación del territorio, que se ponen además en juego en la construcción de la composición sanitaria”.Dicha acción comporta la oportunidad de una apertura de las instituciones mencionadas a realidades y dinámicas sociales complicadas, frecuentemente desconocidas por el funcionamiento endogámico en que se ha caído.Pero para profundizar dicho proceso, la formación y la actividad de los agentes tienen que escaparse de las viejas prácticas y los modelos ideológicos dogmáticos, evadiendo quedar atrapados en el mismo funcionamiento; ello piensa un profundo enfrentamiento en todos los espacios formativos y de gestión, que interpele además la voluntad de todo el equipo de salud para diluir probables resistencias.Visto desde una visión integradora de la salud, el AT es entonces un trabajador sanitario, capacitado para cuidar, aliviar en diferentes ocasiones y padecimientos, ya sean psíquicos, físicos, sociales o educativos, en forma de gadget preventivo. El acompañante, en estos términos, va a ser un nuevo integrante del conjunto de salud pública complementario, facilitador y promotor en la tarea de reforma del modelo de atención. Un modelo de atención que, además, pone en riesgo al propio sistema por lo desgastado y poco efectivo.El AT piensa, en ese marco, facilitar la inclusión popular de la gente que sufren un malestar psíquico, físico o relacional y reflexionar la salud sin un territorio particular. Se transforma, entonces, en un servicio de acompañamiento sanitario y social, pero de modo vivencial y no interpretativo, con potencialidad de fomentar habilidades remanentes y generar redes solidarias de contención para lo cual poner el cuerpo es su utilidad principal.


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